domingo, 23 de septiembre de 2012


Colaborador: Los Domingos de Ángela Norma Michelli


Capítulo noveno

LA MUCHACHA CÓSMICA




-Entiendo, van a investigar, para luego explotar el material necesario, para dicha ciudad.
-Efectivamente, ahora me refiero, en este viaje, asentaremos  las bases. En nuestro próximo paseo lunar, así por decirlo que será en una nave más grande y cómoda, traeremos los 500 obreros mecánicos y sus respectivos capataces, también los ingenieros metalúrgicos, más el material a emplearse.
Te prometo Débora que colaboraremos en todo, para eso hemos venido a ensamblarnos.
-¿Entonces a que se debe el interrogatorio y la prolongada explicación que te di?
 -Precisamente para saber, si concordamos de la misma forma con el plan.

Se arriesgó y acercándose más a ella, se confundieron en un abrazo violento y en un beso más furioso aún.
Se apartó muy tocada en sus sentimientos, por  este rubio astronauta soviético.
El viaje continuó silencioso para todos, ya que los rusos, se trasladaron a su nave.
De pronto la voz la interrumpió enérgica;
- ¡Débora!, no me agrada lo que hiciste, no  debes comprometer nada, mientras  cumples esta delicada misión, además tengo celos, negros, furiosos y profundos, tus besos me pertenecen, son míos. Cuando esté cerca, te quemaré los labios, apenas podrás contener los latidos de tu corazón.

Muy asustada, cerró  el radio, actitud que no debió ejecutar, dado que era el medio de comunicación con la tierra, pero  el susto pudo más.
Ya serena volvió a abrirlo, pero su descanso se había convertido en un martirio.
De pronto la voz de Deig, sonó en los oídos de Bágner, quien despertó de  súbito:
- ¡Qué pasa, Deig!, ¿Qué pasa?
-Estamos en dificultades.
-¡Graves!.........
-No puedo asegurártelo, pero es urgente.
-Despierta a los soviéticos, algo haremos.
-Yo estoy tranquila, dijo Débora, está la otra nave si es que la necesitamos.
-Nunca pienses en abandonar lo tuyo sin antes haber agotado todos los recursos, ¡palomita!
-No me llames así, no olvides que soy tu superior y este apodo me quita autoridad.
-Compórtate como tal, entonces... autoridad... va, aquí somos todos iguales.
-¡Te equivocas! yo soy la autoridad.
-En casos de emergencias, sin nosotros no eres nada.
 -Puede ser.

Por suerte entre todos, localizaron la falla y se pudo regularizar la situación.
Resultó ser la palanca de armado, situada a un costado de la nave, por lo que con mamelucos espaciales, Vladimir y Costantin la repararon

Continuará…

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